
Es a veces difícil encontrar conjugados el carácter combatiente y la capacidad de comprender a las personas. Solo lo logran quienes tienen un sentido concreto de lo humano como lo primero y más importante que debemos defender los revolucionarios. De Faustino hemos de sentir su presencia permanente y viva, haciendo de cada obra un monumento, de cada esfuerzo un tributo, de cada avance revolucionario el mejor homenaje.
La firmeza, valentía, sencillez exquisita y compañerismo proverbial convirtieron a Faustino Pérez en uno de los más queridos combatientes de la revolución cubana. Nuestro mejor tributo hacia él no puede ser otro que continuar siendo consecuentes revolucionarios, como lo fue a lo largo de toda su vida, con actitud unitaria, modestia y austeridad.
Por todo lo anterior al referirnos a su persona lejos de hablar de su ausencia, es mejor decir: está con nosotros.
Hay personas que a su paso dejan una estela de afectos y simpatías perdurables, no tanto por lo que dicen como por lo que hacen, por sus condiciones personales y el ejemplo que proyectan; por lo que fueron y lo que son, aún más allá de la muerte.
Faustino Pérez Hernández, sencillo revolucionario espirituano, adornaba su carácter apacible con todos esos méritos. Un martiano convencido y militante que llevó a la práctica los principios del Apóstol. Expedicionario del Granma y hombre clave de la lucha clandestina, combatiente aguerrido y confiable en quien delegó Fidel importantes misiones que cumplió invariablemente.
Grupo de Comunicación de la FEU–12/02/2020